viernes, 28 de junio de 2013

Sobre una idea


Hoy es el día en que nazco y en que muero, en que trabajo y descanso, en que hago invierno y veraneo, en que te sueño tanto estando despierto. Hoy es el día en que piso las cuatro estaciones del año, en que arrugo cien días en uno, en que paseo incansable por el filo de plata de un colgante de cuello, en que pinto con los dedos un itinerario invisible a todo ojo pero que no hace sino acercarme a tu cuerpo recóndito, a lo que eres bajo tu piel. Suenas detrás de la música que escuchas y me alcanzas y de la literatura en la que buceas. No te reconozco como quisiera pero no importa, sólo se que me gustas aunque tampoco reconozca tu sabor. No te he oído en tu voz así solo haya visto tus trazos o tu color rotundos. Me gustas a pesar de mi desconocimiento y a pesar del vino que te debo. Me gustas pese a mi mismo y pese a la palabra ignoto. Me gustas por tu brillo y por tu risa siempre en vanguardia, por tu breve recorrido fértil pero tan afín, por tus sueños que diviso desde la distancia y que tanto contaminan y contagian, también porque te intuyo tan valiente que sin saberlo creo que te admiro desde estos dos mundos en que vivo donde no existen los espejos. Quizás porque sorprendentemente me veo escribiendo esto que escribo sobre los mundos entrelazados, sobre las estaciones entremezcladas, sobre la totalidad de días que arrugo en sólo uno y que no hacen sino describir que la realidad para mi no existe y que solo necesito un hola para desplegar mis alas y salir volando mas allá de las nubes inconsistentes, subconscientes, como mi propio vuelo o ánimo o presente o quizás inconsistente como este baile de letras que no te describen un ápice aún hablando de ti. Hoy es el día en que no abrazo, en que sueño futuro y pasado, en que el tiempo se arruga bajo mi mano y queda reducido a sólo dos palabras: Tú, Yo.