miércoles, 4 de abril de 2012

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Escribir a veces es hacerlo a voces, toda vez que uno siente que lo hace desesperadamente a solas, como cuando habla a su propio silencio o a sus ecos metálicos y desérticos. Es lamentablemente así, pues esta página leve nada devuelve por mucho que uno se esfuerce en comunicar, en poner en común, en mostrar abriendo las manos, la conciencia o las propias dudas irresueltas. Wittgenstein decía que un problema que no tiene solución no es un problema sino un misterio. Las últimas palabras de Goethe en su lecho de muerte fueron: “luz, luz…más luz”. Así nosotros nada vemos desde el fondo de la caverna Platónica sempiterna, pues ya ni reflejos nos llegan manipulados por nuestros propios sentidos vagos. Hoy tanto da que un árbol kantiano suene o no, al caer desde donde nadie pueda oírlo humanamente. Tan poco importan hoy las ideas que permean. Hoy tampoco. Hoy así. Estoy tan acostumbrado a hablar solo, que no espero que alguien me conteste ninguna vez. Lo que no digo es que me gustaría ese viaje de vuelta de mis propias ideas porque quizás exijan de mí demasiado tiempo y eso es algo que casi nunca tengo, así sea sólo un concepto inventado, una convención egoísta, egotista, manifiesta.  Por contradictorio siempre espero que alguien me diga algo más aparte de “te leo”, “no te entiendo” o “me gusta”, sencillamente porque uno descubre lo que piensa más ciertamente al trasladarlo entre meditabundo y confiado, al oírse, al explicar lo que le ronda, lo que siente, lo que  padece, todo aquello, en definitiva, que da contenido a la palabra hesitar.  Digo esto porque asumo como cierto que nos necesitamos, que nos construimos y completamos en los otros, en los otros-otros que definitivamente somos, pues todo aquello que hacemos a uno de nosotros, nos lo hacemos a todos. Por eso no entiendo este presente, ni entiendo gran parte de la palabra ni del concepto humano. Por eso cada vez intento saber más y sin embargo sé menos, así sea tan poco original, pues pretender contradice la afirmación: “yo tengo”.  Quizás porque Yo es enemigo de Tú, de Nosotros. Quizás porque quizás es lo único cierto, así tan sólo sean palabras que se vierten desde el desconcierto de ser, o de sentirse ser, no siendo. Inextricable no es esto que has estado leyendo, sino que eres tú, que también soy yo, que somos lamentablemente todos, pues así estamos siendo.