viernes, 16 de septiembre de 2011

“Vida”


 
Sucede que llegan épocas en las que la muerte llega a ser algo cotidiano y empieza así su rutina; se mueren allegados, gente cercana, amigos con los que incluso has hablado la tarde antes, a millones en la prensa escrita, en las radios. Comienzas así a desfilar por los filos protocolarios: “ pues en mi pueblo, cuando muere alguien, todos andamos de puntillas una semana”, y con otros, “ mira, fíjate en la Angelita, la de tío Genaro, no llora lo suficiente…”, “ ¿Quién es ese que llora tanto? Terminas adoptando un aire severo ante la inasibilidad de la muerte, como si te importase la más lejana circunvolución  del cerebro cósmico, cualquier organismo mínimo de todo el orbe. Haces tuyo el monosílabo y respondes afirmativamente, sí, sí, claro, claro, vaya, ajá. Eres un ser mecánico con cuatro respuestas garantizadas. Así van corriendo las gotas en la clepsidra. No son más halagüeños los telediarios. Acabas poniendo el fondo negro en el ordenador y escribiendo con letras blanco lápida sin saber muy bien por qué. Si fueras pintor sólo pintarías calaveras y esqueletos como seres vivos por tan constantes a tu alrededor. Harías maternidades, alegorías, retratos de la muerte con mirada de pintor costumbrista, captarías el momento y a veces el detalle escondido, al acecho. En definitiva, todo esfuerzo es vano y por tanto, cualquier cosa es válida. Puesto que de la ecuación siempre se obtiene el mismo resultado, cómo no llevarnos por la vida, y nunca mejor dicho, con mayor compromiso, con mejor entrega, parece que no sobra decirlo, no se trata de existir por existir, tenemos que vivir de una vez por todas, sólo el que respira puede. Es el día en que debemos romper el espejo a través del cual nos miran desde nuestros ojos. Hoy es el día para gritar que si existe la palabra enfermo, si sólo es cuestión de tiempo, debemos incluso arrimar el hombro y ser solidarios en el intento, contemporizar en el duelo. Asumir que, pues somos vida, también somos muerte. No podemos permitir que la palabra víctima dé la mano, además, a la palabra enfermo. Es imperdonable que lo que somos no contenga la palabra intento, lucha.
Vive, no existas, ya habrá tiempo de estar muerto.