viernes, 13 de mayo de 2011

Al cabo de los días


 

              Al cabo de los días, el colmo que la realidad gordianamente anuda, pues la vida, desnuda, así platica con el pensamiento inane
desde el balcón de tu ausencia muda.
            Nada queda de lo que hollaran tus pasos agarrados de mi onírica mano, recortes, 
nada habré de decir de ti que en Paz, aún no sabes lo que es un cuerpo a cuerpo, 
ni reconoces mi hidropiel.
Quizás sea el tiempo insípido e inodoro, quizás los surcos del tesón inmarcesible, del vacío profundo que estomaga, pues la nada es aún más constante que la enfermedad crónica defenestrada.
Ignoro tu gozo o tu velocidad supersónica entre versos de amor,  ignoro tu vuelo de cornisa y cielo abierto frente al sol que entrecierra los ojos fijándome como persistente y retiniano.
Colaboro en la sustentación pesada de la palabra críptico, aún a pesar de tus labios rojos o de la timidez que aventuro, del tamaño de unos movimientos que imagino me convierten a mí en mono.
Todo es relativo, por eso eres y no eres, así yo no soy yo en el momento en que no participo de todo aquello que contengo en la palabra sentimiento, robot que hurta las horas del desencuentro.
He pintado mil grafitis de vaho escondido tras una máscara de mueca agridulce y agresiva, la misma que la sinrazón cautiva en el territorio que me hace sentir rodeado de álamos y de enemigos.
Así no, ni tan siquiera desde los cascabeles de unos tobillos paralíticos, tampoco desde el filósofo de seso sorbido, la vida no debe ser así anónima, compungida, falsaria, innominada de ti.
Huyamos a la tierra deshabitada de promesas vagas y vanos recuerdos vastos, salgamos hacia los campos yermos de expectativas y sembremos presente, sólo presente incierto fértil.