viernes, 1 de abril de 2011

Del botín el puntapié

Al final a veces  todo resulta  tan sencillo, tan simple, tan redondo como una de esas hamburguesas de tres pisos que prepara Jor con tanto esmero en el Cali y que te mantienen con la atención puesta en el deleite de principio a fin, no importa cómo ni cuánto te manchas ni si te la tragas sin apenas masticarla, el caso es que está ahí, que puedes morderla con la boca bien abierta y aún te sobra más hamburguesa...Ojalá todo fuera tan sencillo como la contemplación del propio deleite, pues en este caso la sencillez es por lo meridianamente clara que es la situación a la que tanta innobleza nos obliga, nos conmina  a sufrir, porque sí. En estos días de hoy, ¿no es acaso simplificar lo que todos esperamos de nuestro presente caramba? Conciudadanos, vecinos, debemos aliviar la sobrecarga con la que nos están lastrando, a veces todos lo errores y las inducciones se solucionan con un simple puñetazo, ya está bien de que a demasiada gente le sobre mucho mes para tan poco sueldo, que solo se ahorren y acumulen los problemas y no se escatimen las deudas ni los requerimientos. En días como hoy. Así plasmado en los diarios que inseminan de crisis hasta en los segunderos. Días como hoy en los que leo el balance que hace el sector financiero y me provoca las ganas de escribir, de rabia temblando el pulso, con la boca llena de saliva y la mente hilando escaramuzas. Estoy harto. La sinvergonzonería y sedicencia del Sr. Botín es intolerable. Viene hoy a declararse “claramente” ganador de la crisis, ¡¡¡ “ganador de la crisis” !!!, ¿cómo puede ser alguien tan miserable de apuntarse un tanto apuntalado en la ruina y sufrimiento de tanta gente, en la propia prosperidad de un país al que dice amar pero en el que no paga sus impuestos y en el que sólo declara sus pérdidas pidiéndonos con ello que salgamos en su ayuda, a su rescate, en cuyos ciudadanos no deposita su confianza y con cuyo esfuerzo común no sólo no se casa, sino que pretende hacer competencia a costa de explotar sucia y torticeramente en otros paises aún más hundidos que el nuestro? Entonces ¿a quién deberíamos mirar de rabia, escupir justicieramente?¿a él, que tan seguro se siente en su atalaya vomitándonos a la cara la jugarreta, orinándonos con tanto desdén? Puede que este señor se sienta ganador de nuestra ruina, yo sólo espero de él,  simplemente, que sea el primer perdedor de nuestra revuelta, pura carne de hamburguesa.