viernes, 8 de octubre de 2010

“Del sabor aún del sueño”



Asomarse a una ventana y gritar que nos estamos muriendo,
llorar que no nos sale el llanto pese a la muerte,
ver a Caruso confuso, desafinando su canto enfermo,
quizás en unos días demasiado turbios para el propio Golfo de Sorrento.
Estar en un semáforo indiferente y en la vida a pie firme,
no es la hora de la viandante sin autoestima, ni de los oportunistas.
Pedir justicia es hoy poner la mano.
Somos los peatones que no tenemos nada.
Roto ya el reloj de arena,
a nuestros pies un desierto maculado de cadáveres,
en lontananza no hay fe, sólo se lee la palabra Finisterrae
en este mundo que cae en perverso regodeo.
Sigue nuestro vuelo cadente el patrón desde el balcón,
satisfecho.
No hay esperanza amor, has de saberlo,
habrás de coger ahora mismo lo que tengas por bueno.
Desconocida que me buscas, ven hoy a tenderme la mano y el beso,
hoy es el día en que te pediré ayuda conciudadano,
No permitiré sin embargo que avances pese a quien pese,
enemigo, no seguirás tu paso de odio ni desidia,
no avanzarás pisando la palabra humano.
Venid a mi, mostraos, sólo soy este texto de deriva y diatriba,
la escasa poca luz confusa que se cuela por entre el sueño.
Soy pequeño, vuelo, giro giróvago, sempiterno diminuto
tan pequeño, que sólo necesito deciros que todos estáis muertos