miércoles, 21 de octubre de 2009

Desdesaliento

Quizás las horas. Quizás todo o nada. La mar, la tierra entera demudada. Quizás los surcos de un arado demasiado viejo. Quizás tú o yo, conciudadano, en el mismo intento. Quizás tu sombra o la mía sobre un pálido reflejo, o todo o nada. El orbe no pretende ser un huevo huero. Así se muestran de opuestos los amigos ante el desafío, hombro a hombro y a fierro. Así como el mismo tiempo socava las horas en el decomiso constante, ininterrumpido, que es el tiempo. Estas calles de Cáceres rellenas de remendones no son un consuelo. No me importa hoy el otro asfalto, el que no piso, no lo siento. El plan E quizás sea la peor idea desde que se descubrió que ya fallaba el primero. Apolítico soy, por descreído, y por eso no es eso lo que intento, pero ¿quién se está llevando el relleno de los huecos en todos los agujeros del universo? ¿Qué se supone que dejaremos atrás cuando nos hayamos ido? Aires son estos de destierro. Fuga de ánimos y aliento. ¿En cuánto declive es capaz de sostenerse el propio desequilibrio? ¿Cuánto falta para la próxima revuelta?¿Cuándo comenzará el Telediario con el carrusel de muertos? ¿Cuántos vivos toleraremos volver a verlo? ¿Cuántos armisticios serán polvo o nada, de nuevo?¿Cuántas guerras nacerán de las primeras páginas de los periódicos en blanco rojo y negro? No oigo ruidos ni recuerdos que por sí mismos no se hicieron, sin embargo ¿es necesario que toleremos volver a ver lo que ya sabemos que acaba en entierro? Hay un gran problema en el mundo entero y me temo que en unos años presenciaremos un gran enfrentamiento. Demasiado grande como para que no estemos atentos. El desequilibrio mundial hará que todos saltemos, no de alegría, sino por los aires ¿cuántos os quedaréis para verlo? El debate ya está abierto tenéis que saberlo. Ya se están escribiendo las grandes páginas que serán utilizadas para justificar el despropósito de una guerra que sólo conseguirá créditos para los banqueros. Ya se están redactando en las universidades los recortes de derechos, el reparto del huevo huero que nosotros sí pretendemos. Sabedlo. Por suerte aún quedan aulas donde se cuchichean deseos de un mundo nuevo y se fabrican herramientas para levantar los cercos. Hay hombres, leed también mujeres pues no hablo de género, que aún a pesar de todo, pretenden aún hoy serlo. Sufriremos. Acabaremos sufriendo. El hombre libre no está libre de peso ni de recelos. Sísifo es nuestro padre y ciego, nos guía en su ascenso.